Dory nos conmina a recuperar los versos que nos faltan,
llenando los oídos de los más pequeños de la casa de la belleza de los poemas
y sus fórmulas magistrales. La poesía es para los niños.
No privemos a los más pequeños de la musicalidad de la poesía,
porque el ritmo y el juego de las rimas es algo innato en ellos,
nos faltan versos y nos sobra prosa, sobre todo la prosa del ego,
de los discursos vacíos que se olvidan de lo colectivo.